¿Qué es la neurociencia?
MENTE SANA
¿Qué es la neurociencia?
La neurociencia estudia la relación que fluye entre el cerebro y el resto del organismo. En sus inicios se concibió como una disciplina cerebro-centrista, pero a lo largo del último siglo se ha podido demostrar, a través de varios estudios e investigaciones, que el cerebro y el resto del cuerpo están más conectados de lo que creíamos.
Así lo concibe Nazareth Castellanos. Ella es neurocientífica especializada en la relación que existe entre el cerebro y el resto del cuerpo. Desde hace más de 23 años investiga de qué manera la salud intestinal, la respiración, el corazón e, incluso, la postura corporal pueden influir en la dinámica neuronal.
Hemos hablado con ella para que nos lo explique en profundidad.
Nazareth Castellanos, para aquellos que jamás hayan escuchado hablar de la neurociencia, ¿cómo se la explicarías?
Es una rama científica que analiza el funcionamiento básico del cerebro pero sobre todo qué hace el cerebro en distintos episodios psicológicos, es decir, estudiamos la parte biológica de la conducta.
Investigamos qué sucede, qué zonas del cerebro se activan y cómo lo hacen dependiendo del estado mental en el que estemos.
«El cerebro no se comporta de igual manera cuando estamos tristes
que cuando estamos alegres»
La neurociencia nació desde una perspectiva cerebro-centrista…
Así es. A lo largo de los últimos tres siglos se concibió nuestro organismo como un sistema cerebro-centrista, una teoría que cogió fuerza cuando Ramón y Cajal descubrió que el cerebro estaba formado por neuronas, lo que dio paso a la neurociencia. Esta perspectiva en la que se contempla el cerebro como único órgano implicado en la conducta humana, obligaba a que cualquier estudio relacionado con el comportamiento humano se basara solo en el estudio del cerebro.
Sin embargo, desde hace poco más de diez años la neurociencia está soportando la evidencia de que es el organismo entero -el cerebro en comunicación con todos los órganos- el que tiene repercusión en la conducta. Es lo que llamamos neurociencia corporal.
¿Entonces, podemos aprender a estar mejor?
Totalmente. Esta perspectiva supone grandes y nuevos frentes para la investigación, sobre reacciones químicas, por ejemplo. Hay que tener en cuenta que donde antes solo hacíamos zoom en el cerebro, ahora entra en juego el corazón, el estómago…
Y todos los avances tienen repercusión a nivel individual y social a través de la medicina preventiva donde el estilo de vida tiene gran influencia. Si nos fijamos, por ejemplo, en la salud mental, ya no solo entra en juego el cerebro y su buen estado, sino que hay otros aspectos, que hasta ahora descuidábamos, que pueden jugar un papel importante. Sabemos que a través del cuidado de nuestro cuerpo (dieta, práctica de deporte, respiración…) estamos velando por una buena salud mental.
Así, a modo resumen, la neurociencia corporal nos indica qué podemos hacer en nuestro día a día para estar mejor anímicamente y sentirnos más saludables.
«La neurociencia corporal forma parte de la medicina preventiva y puede
ayudarnos a no caer en problemas de salud mental o física»
¿Algo tan sencillo como la posición corporal que adoptamos puede llegar a influir en nuestro estado mental?
Cambiar la postura corporal nos puede ayudar a estar mejor. Por ejemplo, imagina que estamos en terapia porque atravesamos una situación que nos resulta complicada. Si más allá de la ayuda psicológica ponemos de nuestra parte y cambiamos nuestra expresión corporal, los resultados pueden aparecer antes.
Si has adquirido una postura en la que estás muy encorvada y tienes el ceño fruncido, eso te va a producir malestar a lo largo del día. Si, por lo contrario, poco a poco vamos corrigiendo el estado corporal, relajando el rostro y levantando la cabeza para caminar con paso erguido, el humor y estado de ánimo también van cambiando.
¿Podemos afirmar que la salud intestinal o contar con una microbiota sana pueden repercutir positivamente en nuestro estado mental?
Tienen mucho que ver. En depresión resistente al tratamiento, en enfermedades y alteraciones con problemas sociales, estados anímicos bajos… se ha visto que hay relación con una microbiota alterada.
En el caso de la infancia, por ejemplo, hemos comprobado que los niños con dietas poco saludables tienden a tener problemas de regulación emocional.
«La vida sedentaria repercute en el estado de la microbiota intestinal
que afecta al estado mental de la persona»
La ansiedad es el trastorno de salud mental más frecuente. Afecta al 8,8% de las mujeres y al 4,5% de los hombres según datos del Ministerio de Sanidad. ¿Podemos actuar en nuestra salud mental desde la neurociencia corporal?
La neurociencia avala formas de prevenir la ansiedad. Una de ellas es a través de la respiración. Ahora sabemos que hay patrones de respiración que nos hacen ser más propensos a tener episodios de ansiedad. La falta de ejercicio físico también puede ser un desencadenante. La vida sedentaria supone un desequilibrio en la microbiota intestinal y se ha visto que las personas que no practican ejercicio físico tienen un 25% más de probabilidades de sufrir una depresión y ansiedad.
Y es que el cerebro dedica la mayor parte de su funcionamiento al movimiento. Así que ante una persona sedentaria se encuentra en un callejón sin salida.
Con el paso de los años las personas experimentan un envejecimiento general, tanto a nivel físico como mental. Una vida sana, activa y cumpliendo con las recomendaciones médicas nos ayuda a mantenernos fuertes y sanos por más tiempo.
¿Cómo actúa la neurociencia en combinación con otras medidas de prevención?
Hemos descubierto que activando, cuidando y respetando nuestro organismo en conjunto podemos prevenir enfermedades. Así que la neurociencia nos ayuda a trabajar el estilo de vida que queremos y deseamos. Un estilo de vida que, a largo plazo, nos prevenga de alteraciones y, a su vez, genere salud.
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